El estrés contribuye a generar múltiples problemas de salud, neurológicos, cardiacos, musculares, digestivos, trastornos del sueño,etc, y la piel no iba a ser menos, pudiendo producir eczema o acné.
El estrés y ansiedad padecidos de manera continuada liberan hormonas en nuestro cuerpo como la histamina, la adrenalina y el cortisol que debilitan nuestro sistema inmune y producen desajustes hormonales. Estos desajustes provocan la aparición de problemas en la piel como urticarias, enrojecimientos, etc., que más bien parecen una reacción alérgica que un problema relacionado con el estrés o la ansiedad. Por otro lado se produce también el debilitamiento de nuestro sistema inmune provocando la aparición de enfermedades como herpes o dermatitis y la activación de las glándulas sebáceas que aumentan la producción de grasa obstruyendo los poros de la piel y causando acné.
¿Cómo actúan los desajustes hormonales en nuestra piel?
La histamina es una hormona que se encuentra de forma natural en las células de nuestro sistema inmunitario, una liberación de esta sustancia activa los receptores H1 que hacen que se creen las condiciones necesarias para padecer un edema, enrojecimiento de la piel y el prurito que produce la necesidad de rascarse, empeorando la salud de nuestra piel.
El cortisol es el responsable de la disminución de la producción de colágeno y elastina, el resultado es una aparición prematura de arrugas, líneas de expresión y flacidez.
Los desajustes hormonales provocan la destrucción de ácido hialurónico, presente en nuestra epidermis, y dañan el ADN celular, produciendo una ralentización de la renovación de las células y por lo tanto un envejecimiento de las mismas. También causan la disminución de la presión sanguínea y ralentizan su circulación provocando que a las células no le lleguen los nutrientes necesarios, como consecuencia la dermis se vuelve más fina y frágil lo que facilita la evaporación del agua de la piel, produciendo que la piel este más tirante y las líneas de expresión se marquen más.
Los trastornos del sueño también afectan a nuestra piel, evitando la correcta regeneración celular y contribuyendo a la aparición de bolsas y ojeras que nos hacen tener un aspecto más apagado y envejecido.
En definitiva, debemos controlar o mitigar nuestro nivel de estrés, hacer ejercicio, mantener nuestras relaciones sociales, no consumir alcohol ni sustancias estimulantes y llevar una alimentación sana podrán ayudarnos. En cuanto a la piel, debemos mantenerla limpia e hidratada, regenerarla con tratamientos exfoliantes periódicos y nutrirla con tratamientos como la mesoterapia con vitaminas y ácido hialuronico.
En todo caso nuestros profesionales te indicarán cual es el tratamiento que necesitas según el estado de tu piel.