El 4 de febrero es el Día Mundial contra el Cáncer. El propósito de este día es el de concienciar, a la sociedad y a las instituciones, que este problema nos atañe a todos, ya que la estimación es que en algún momento de la vida, uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres lo padezcan, por lo que existe una gran probabilidad de que alguien cercano, o nosotros mismos, podamos estar afectados.
El objetivo es movilizar a la sociedad y llamar la atención de las instituciones para que se destinen más recursos a la investigación, a los tratamientos y que todos tengamos acceso a un diagnóstico precoz.
El cáncer es una enfermedad que hace que un grupo de células crezca de manera anómala y cree un tumor, si este tumor no es tratado, invade el tejido circundante y puede producir metástasis. Por esta razón la prevención y el diagnostico precoz es fundamental.
Alrededor de un tercio de los cánceres se puede prevenir reduciendo los factores de riesgo, como el consumo de alcohol, drogas y tabaco, realizando ejercicio físico, controlando las exposiciones solares y llevando una dieta sana y equilibrada.
En cuanto a la detección de la enfermedad algunos síntomas nos deben alertar y si son persistentes debemos acudir a nuestro médico para determinar su causa.
A continuación mencionamos algunos de ellos y recordar que padecer uno o varios de ellos no implica tener cáncer, simplemente debemos ser precavidos y descartar esta posibilidad.
- Cambios, bultos o masas extrañas en las mamas o en cualquier parte del cuerpo.
- Fiebre o sudores nocturnos intensos sin ninguna razón.
- Dolor, que surge sin ninguna razón aparente y que no remite.
- Cansancio o fatiga extrema inusual que no mejora tras el descanso.
- Hemorragias imprevistas o moretones sin una razón aparente.
- Problemas al comer. Complicaciones al tragar,
- Cambios vesicales e intestinales, restos de sangre en orina o heces. Necesidad de orinar de manera más o menos frecuente, estreñimiento o diarreas recurrentes.
- Tos aguda o irritación de la garganta que no desaparece. Falta de aire.
- Pérdida o subida de peso repentina sin razón aparente o falta de apetito, dolor abdominal, náuseas y vómitos.
- Problemas de audición o visión.
- Cambios en un lunar o manchas en la piel.
- Dolores de cabeza.
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