Nos encontramos con dos palabras casi prohibidas cuando hablamos de nutrición saludable. Si nuestra meta es perder peso, nuestro nutricionista lo tendría claro, por una única razón, un gramo de grasa tiene 9 calorías, mientras que uno de azúcar dispone de 4 calorías.
Pero si ese no es nuestro objetivo debemos aclarar ciertas cuestiones. Existen varios tipos y formas de actuar de las grasas y el azúcar, que en algunos casos son saludables y necesarias y en otros casos son perjudiciales.
El azúcar
El azúcar es un hidrato de carbono que nos aporta altos niveles de energía y se encuentra en multitud de productos, el problema surge cuando nuestro cuerpo tiene que procesarlo, cuando consumimos hidratos de carbono los niveles de glucosa en sangre se elevan, el páncreas segrega insulina para corregir el nivel en sangre y la glucosa que se retira de la sangre se almacena en el hígado y en los músculos en forma de glucógeno para ser utilizado con posterioridad, si hubiera todavía un exceso de glucosa nuestro cuerpo la almacenaría en forma de grasa.
La forma y el tipo de azúcar es importante, no es lo mismo los azúcares naturales que se encuentran en las frutas o en yogures, que contienen otros micronutrientes que ralentizan su absorción, que en un alimento procesado, bollería, o un refresco.
Estudios realizados demuestran que el azúcar aumenta la inflamación en nuestro organismo y suele ser el origen de enfermedades cardiovasculares, trastornos autoinmunitarios o diabetes y su consumo elevado aumenta la posibilidad de padecer cáncer.
Si no es un alimento tan saludable. ¿Por qué no lo apartamos de nuestra dieta? La realidad es que el azúcar es un producto altamente adictivo que estimula la liberación de dopamina, neurotransmisor que está relacionado con los centros de placer y recompensa de nuestro cerebro, por esta razón es tan difícil evitar su consumo.
Debemos huir de productos que contengan una mayor proporción de azúcar del
5 %, es decir más de 5 gramos por 100 de producto, existen calculadoras en internet que te pueden ayudar a descubrir su azúcar oculto, o simplemente consultando las etiquetas.
Por lo tanto debemos evitar alimentos con azúcares añadidos, bollería, refrescos y endulzar nuestros platos con edulcorantes naturales, como la miel, los dátiles o la stevia que aparte de aportar dulzor aportan otros nutrientes.
Las grasas
En primer lugar decir que no todas las grasas son malas.
Las grasas insaturadas y los ácidos omega-3 y 6, que se encuentran en alimentos como el pescado azul, el aceite de oliva, los frutos secos o el aguacate son una parte esencial de una alimentación equilibrada, favorecen el funcionamiento del sistema nervioso, reducen la inflamación, ayudan a perder peso, mejoran la salud cardíaca y aumentan el colesterol HDL “el bueno”. Las grasas saludables deben consumirse con moderación si nuestro objetivo es bajar de peso, controlando en nuestra dieta la ingesta de calorías.
Las grasas que debemos evitar son las grasas trans, son grasas artificiales que se han creado mediante un proceso de hidrogenación de grasas vegetales, se encuentran principalmente en alimentos procesados y se las relaciona con problemas de salud como diabetes y cardiopatías.
Cuidado también con los productos light, normalmente están llenos de conservantes, aditivos y azúcares añadidos para potenciar el sabor.
Existe un experimento que realizo la BBC con dos hermanos genéticamente idénticos, a los que durante un mes se les puso una dieta alta en grasa a uno y al otro una dieta rica en hidratos de carbono y azúcares.
Los resultados no fueron muy significativos, aunque hubo ciertos aspectos que llamaron la atención. El que consumió la dieta alta en grasas consiguió perder más peso, pero perdió más musculo, además tuvo peor rendimiento físico y concentración en cambio el que utilizó la dieta de hidratos de carbono perdió menos peso, pero más grasa y su rendimiento fue mejor en las pruebas de esfuerzo y concentración.
La conclusión es que ambos alimentos en exceso son igual de peligrosos, y debemos tener precaución porque la mayoría de alimentos procesados que consumimos son ricos en grasas y azúcares, con la salvedad que el azúcar está cada vez más presente en los alimentos procesados, la industria vende lo que a la gente le gusta comer y alimentos que antes no lo incluían, ahora sí y en mayor cantidad.
Lo mejor sería reducir el consumo de azúcar y consumir una cantidad adecuada de grasas buenas. En todo caso lo importante es mantener un adecuado equilibrio y conocer el origen de ambas y tomarlas en sus formas más saludables.